Importancia de las Enfermedades Mentales
La epidemiología de las enfermedades
mentales es una de las cuatro prioridades sanitarias de toda la sociedad
postindustrial, junto con las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y las
lesiones debidas a los accidentes. La salud mental es mucho más importante,
pues abarca no sólo la psiquiatría, sino gran parte de la actividad de los
médicos generalistas, y consulta frecuente a profesionales del equipo de salud. Después de los procesos infecciosos
corrientes, las afecciones psiquiátricas constituyen el segundo o tercer motivo
de consulta. Si a las patologías clásicas como la psicosis o las alteraciones
de la personalidad añadimos las reacciones “normales” de ansiedad o depresión a
los estímulos de nuestra sociedad, estamos frente a un problema de mayor
magnitud que el de las caries o el coriza.
Las estadísticas indican que
aproximadamente tenemos una probabilidad sobre dos de vivir un problema de
salud mental a lo largo de nuestra vida. Hagnell señala que, entre los 10 y 60
años, la probabilidad de una alteración mental en los hombres es de 0,434 y en
las mujeres de 0,73. La probabilidad de tener una alteración mental durante más
de tres años es de 0,055 y 0,137 respectivamente.
La prevalencia de las enfermedades
varía de un estudio a otro. La prevalencia
de las psicosis es del orden de 1 a 3%. La incidencia anual de los episodios de
enfermedades mentales se sitúa por debajo del 6% hasta la edad de 75 años.
Según las estadísticas americanas,
en 1980, las muertes por enfermedades del sistema nervioso representan el 13,2%
de todas las muertes. En esta categoría, 81,7% se deban a apoplejía, 10,3% a
problemas psiquiátricos (incluido el suicidio) y el 8% restante, a otros
problemas neurológicos.
De todas las enfermedades mentales,
las psicosis orgánicas son las más letales: 69,8% de mujeres mueren en el curso
de los 5 años siguientes al diagnóstico.
Situación del Problema
En salud mental, el trabajo
epidemiológico está en sus inicios. Conocemos la insuficiencia de los planes
terapéuticos individuales a largo plazo, así como la necesidad de prevención y
sus fracasos. El entusiasmo de los interesados no puede reemplazar la
rigurosidad en el método, única garantía de éxito. En los dos últimos decenios
se ha realizado un paso decisivo en este sentido.
Varias recientes monografías y
balances de investigación internacional, americana y francesa han hecho la
primer puesta al día. La epidemiología psiquiátrica ha sido objeto de recientes
artículos. Otras síntesis sobre el enfoque clínico y comunitario, las distintas
poblaciones diana y las patologías particulares: la esquizofrenia, las
alteraciones afectivas, el suicidio, el alcoholismo, la demencia senil y las
aplicaciones en la administración de la salud mental han aparecido al mismo
tiempo en la literatura.
La enfermedad mental ya no es
observada desde el ángulo del dualismo cartesiano “pienso, luego soy”.
Más bien está considerada como un estado de inferioridad biológica y/o social,
siendo posibles componentes los problemas orgánicos, la situación social, el
estrés, y factores endógenos generalmente hereditarios. A pesar de la claridad
de este concepto, al abordarlo se nos presentan numerosos problemas
metodológicos, y muy especialmente en el campo del diagnóstico y de la
clasificación de las enfermedades. Como en otras disciplinas, la psiquiatría ha
heredado entidades clínicas basadas, por una parte, en los síntomas (depresión)
y por otra, en un fondo morfológico o psicológico (psicosis relacionadas con
carencias alimentarias, como la pelagra, y el abuso de alcohol o de drogas
ilícitas). En las patologías más importantes, el enfoque epidemiológico de las
enfermedades mentales es uno de los más difíciles.
FUENTE: Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires. Departamento de Educación y Actualización Profesional. (2003). Curso: El Farmacéutico como Agente de Salud en la Calidad de Vida de la Población. La Plata: Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires. (Formato APA)
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